La práctica del yoga, basada en la armonía y equilibrio entre cuerpo y mente, nos aporta durante el embarazo una serie de beneficios tanto para nosotras como para nuestro bebé.
Sabemos que esta disciplina consta de asanas o posturas, de la respiración consciente y de relajación. Gracias a la combinación de estos tres elementos, seremos conscientes de nuestro cuerpo, de los cambios que se van produciendo en él y de nuestro bebé, lo que nos va a facilitar que pasemos un embarazo mucho más cómodo, con menos alteraciones y también favorece el buen desarrollo de nuestro hijo.
Una característica común a todas las mujeres embarazadas es el cansancio. No importa lo que se haga durante el día, la sensación de cansancio y fatiga siempre está ahí. Pues bien, si practicamos cierto ejercicio físico, como puede ser en este caso el yoga, ese cansancio tan incómodo irá disminuyendo y nos permitirá coger fuerzas para lo que queda de embarazo y para el parto.
Por otro lado, al practicar yoga estamos cogiendo forma física, por lo que tras dar a luz nos recuperaremos más fácil y rápidamente que las mujeres que no hacen ningún tipo de ejercicio durante esos meses tan bonitos de sus vidas.
Otro de los momentos por los que pasa una mujer embarazada son los altibajos emocionales. El yoga armoniza y equilibra el cuerpo y la mente por lo que si lo practicamos durante el embarazo conseguiremos regular nuestro estado emocional.
Además de estos beneficios generales, cada una de las posturas de esta práctica nos va a aportar diferentes beneficios a ciertas partes de nuestro organismo. Vamos a conocer algunas de las posturas más recomendadas para mujeres embarazadas y sus beneficios:
- Postura de la pinza en variante con las piernas separadas: nos ayuda a estirar y relajar toda la parte posterior del cuerpo y la zona interna de los muslos. Mejora la elasticidad tanto de la columna como de la cadera y hace que llegue una mayor cantidad de riego a las piernas y a la zona del abdomen.
- Postura de la silla: mejora el suelo pelviano y el sentido del equilibrio. Aporta una gran fortaleza a las piernas y los pies.
- Variante de la postura del sastre: mejora el riego sanguíneo en la zona pélvica además de ensanchar el conducto pélvico. Mejora en gran medida la elasticidad de la articulación coxofemoral.
- Variante de la postura de la semilla: al igual que la anterior, ensancha el conducto pélvico. Además, nos ayuda a relajar la espalda, las inglés y la zona del suelo pelviano.
- Variante de la postura de la tortuga: ensancha el diámetro pélvico y disminuye la presión existente en las lumbares durante el embarazo. También mejora la circulación de las piernas.
- Postura del bastón: fortalece la musculatura de las piernas, de los glúteos y de la zona lumbar.
- Postura sobre el costado: estira la musculatura de los costados a la vez que mejora la flexibilidad de la espalda. También aumenta la capacidad de dilatación del tórax.
- Postura del semicírculo: relaja a la vez que fortalece la parte posterior de las piernas. Por otra parte, mejora la circulación de toda la parte superior del organismo.
- Postura de la cabeza de vaca: corrige la postura de la espalda, tonifica la musculatura de la parte superior del cuerpo, aumenta la capacidad respiratoria y mejora la elasticidad de las articulaciones.
- Variante de la postura de la pinza de pie: mejora el riego sanguíneo del organismo a la vez que corrige la postura corporal. Relaja y destensa toda la zona posterior del cuerpo.
- Postura de ángulo recto: relaja y mejora la circulación de las piernas a la vez que las fortalece. Tonifica la zona abdominal.
En próximas entradas iremos viendo cómo se realizan cada una de las posturas que acabamos de nombrar. ¡Os esperamos!