Cuando detectamos una situación de peligro o alerta, nuestro organismo reacciona ante esta para prepararse y hacer frente a esa situación.
Cuando esto ocurre, aumenta la presión arterial y el ritmo cardiaco.
En nuestra sangre, suben los niveles de glucosa y la actividad mental se dispara. Se puede decir entonces que nuestro organismo se encuentra en una situación de alerta.
Mientras todo vuelva a su normalidad una vez pasada esta situación, todo va bien, pero en algunas ocasiones se puede convertir en un problema si nuestro sistema se pone en alerta cuando no existe motivo para ello.
Mantener el corazón a un ritmo por encima de lo normal, una actividad física elevada y niveles altos de glucosa en la sangre durante mucho tiempo, pueden acarrear problemas graves, es en este punto en el que podríamos decir que una persona padece ansiedad.
A nivel psicológico, todo nuestro organismo se pone en jaque y es necesario empezar a tomar cartas en el asunto para que el problema no evolucione.
“Lo único que debemos temer, es al miedo mismo.” (Franklin D. Roosvelet)